Algunos le llaman el más bello invento de San Juan Pablo II. En 1984, el Papa quiso organizar un encuentro el Domingo de Ramos, en Roma, para celebrar el jubileo de los jóvenes con motivo del Año Santo de la Redención 1983-1984. Se esperaban 60 mil peregrinos, sin embargo, respondieron a la llamada 250 mil de muchos países.
La experiencia fue de tal modo significativa para toda la Iglesia, que el Santo Padre decidió repetirla el año siguiente. Durante ese encuentro, 300 mil jóvenes se dirigieron a las iglesias de la ciudad para participar en momentos de oración y de catequesis, reuniéndose después en la plaza de San Pedro para participar en la celebración con el Papa. Ese mismo año de 1985, San Juan Pablo II escribe una Carta Apostólica a los jóvenes del mundo entero y anuncia, el 20 de diciembre, la institución de la Jornada Mundial de la Juventud.
Todos los jóvenes deben sentirse acompañados por la Iglesia
Dirigiéndose al Colegio Cardenalicio y a la Curia Romana, el Papa explicó de esta manera la creación de la JMJ: "Todos los jóvenes deben sentirse acompañados por la Iglesia: es por ello que toda la Iglesia, en unión con el Sucesor de Pedro, se siente más comprometida, a nivel mundial, a favor de la juventud, de sus preocupaciones y peticiones, de su apertura y esperanzas, para corresponder a sus aspiraciones, comunicando la certeza que es Cristo, la Verdad que es Cristo, el Amor que es Cristo, a través de una apropiada formación".
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